Si en algún momento dije siempre,
era eso lo que quería decir,
no como una promesa vacía lanzada al aire para sonar bonito,
Ni tampoco como eternidad perfecta que pretende durar solo porque nadie se atreve a soltarla.
Era un pulso,
una certeza clavada en la carne.
Nunca fue un para siempre de calendario,
sino de instinto.
De esos que arden incluso cuando ya no queda piel.
Porque cuando decía siempre,
hablaba de quedarme en el eco,
en el olor que se pega a las sábanas,
en la respiración que aún se siente aunque la boca calle.
Era siempre, aunque el cuerpo se fuera,
aunque el alma se escondiera detrás del orgullo.
Era siempre, aunque doliera en la garganta,
Era siempre...De verdad.