La duda llega despacio,
como sombra entre las manos,
pone en pausa los veranos
y enfría todo el espacio.
No grita, pero su espacio
invade sin compasión,
pone en jaque al corazón
y al pensamiento más sabio.
Se esconde tras una idea,
en la esquina del querer,
te hace hablar, retroceder,
te mira… y se tambalea.
A veces la mente crea
mil caminos sin salida,
donde el alma confundida
ya no sabe lo que desea.
La duda es fuego y es hielo,
es tormenta y es razón,
te arrebata la emoción
y te regala otro cielo.
Porque dudar, compañero,
no es caer, ni ser cobarde,
es pensar un poco más tarde
si el paso fue el verdadero.
En la duda hay un espejo
que muestra quien sos por dentro,
refleja tu miedo y tu centro,
tu verdad, tu propio viejo.
A veces duele mirarla,
otras veces da consuelo,
pero si aprendés a amarla,
te eleva un poco hasta el cielo.
La duda, si bien lastima,
es el filtro del camino,
te enseña cuál es tu destino
y qué verdad se aproxima.
Porque el sabio no asegura,
ni presume de entender,
simplemente deja ser
la duda… su gran aventura. 🌙