Un buen día,
dos amigos se encuentran
y se ponen a charlar.
Como ninguno de los dos
es capaz de salir
de su propia mente...
cuando el otro habla,
no logra escucharle
dentro de sí.
Después de media hora
de conversación, sin
llegar a comprender en
profundidad
nada el uno del otro,
terminan cada cual
con sus propias ideas...
Y con ellas mismas,
se marchan.
El diálogo fue imposible:
si uno emitía en blanco,
el otro lo recibía
en naranja, y viceversa.
Por eso,
ese título basado
en algo latente,
común y generalizado.
La falta de comunicación
real, profunda y clara,
entre iguales...
Bloqueada por las barreras
del yo, y los entresijos
mentales de cada persona.
Tan real
y evidente,
como que un café solo
no se puede hacer
sin agua.
Tan real como invisible,
esa otra corriente
que nos mueve y no se ve...
Es algo tan latente,
como que ahora mismo,
quién escribe este texto,
es más mi energía que yo.
Y quien lo está leyendo,
es más tu energía que tú.