¿Dónde está la muerte tan deseada,
para aliviar mis penas y dolores?
Se ha llevado mi joya más preciada,
y sufro los tormentos más atroces.
Contemplé sus bellos ojos apagarse,
y el suspiro que exhaló yo lo atesoro;
en mi corazón vino a refugiarse,
para esperar mi partida con añoro.
Extrañándola cada minuto e instante,
el tiempo se detiene en clara saña;
sin darle tregua a mi corazón, abate
y con su puñal lo atraviesa y lo daña.
Cuando llegue mi día, iré a buscarle;
no importan espacios ni eternidades.
Entonces no pararé hasta hallarle,
y no habrá nada ya, que nos separe.
Elise Beher ©®
Octubre/28/2025