—¿Te dejarás vencer? —
era un niño
que había atravesado mis pensamientos.
Eso parecía.
Me quedé en silencio.
No quería responder.
No debía, tampoco.
—Recuerda que nunca
te gustó la derrota.
¿Te dejarás vencer? —
insistió.
Es cierto.
Nunca me agradó.
La he detestado siempre.
—¿Quién eres? —
la duda mataba más
que complacer su respuesta.
—Tu pasado. —
me sonrió,
mientras revelaba la verdad.
Sí, era yo.
Yo hace mucho.
No podría acordarme, aunque intentase.
Fue aliviante ver
los días en los que fui puro.
Los echo de menos.
Pero el tren llegó,
y nos quitaron la sonrisa.
—Vas perdiendo…
Cuando ganes,
espero dejes de olvidar. —
dijo con un triste tono.
Me resigné,
como todas las veces
que el camino me impedía decidir.
Perdí.
Lo estoy perdiendo.
Allí, lo dejé.
La niebla…
¿Qué dejé?