Cosas que nunca os he dicho...

Pido perdón...

La habitación huele a hierro y a silencio.

 

El suelo, salpicado de recuerdos rotos,

 

parece absorber cada lágrima que nunca supe derramar.

 

Me miro en el espejo y apenas reconozco el rostro que me devuelve la mirada.

 

Los años no han pasado en vano,

 

pero lo que más pesa no son las arrugas,

 

sino las cicatrices invisibles.

 

Cicatrices que yo mismo abrí en quienes menos lo merecían.

 

Pido perdón por todo el daño causado a las personas que más he querido,

 

aunque sé que mis palabras llegan tarde,

 

como un eco que se apaga en habitaciones vacías.

 

Pido perdón, no por lo que hice sin pensar,

 

sino por lo que pensé y aún así hice.

 

Por cada vez que supe que estaba hiriendo y aun así seguí,

 

porque me dolía más detenerme que continuar.

 

Ojalá pudiera volver atrás, empezar de nuevo,

 

porque aunque nunca nada haya sido intencionado, 

 

de corazón lo digo,

 

Hay palabras que se clavan sin querer,

 

silencios que pesan más que una ofensa,

 

o gestos pequeños que, vistos desde lejos, parecen terremotos.

 

Ahora sólo queda esta confesión susurrada a las sombras,

 

que me devuelven la risa de siluetas que un día llamé familia, amantes, amigos...

 

Que siguen ahí,

 

agazapados entre las grietas que deja la oscuridad,

 

esperando que cierre los ojos para volver a tocarme desde dentro.