Silvana Ibáñez

¡Al final!

 

Mi espera en la oscuridad profunda,
sumergido en el silencio que abunda.
Tras el paso de múltiples horas,
en las que sé que me ignoras.

Esa espera se interrumpe y apareces,
como respuesta a mis depreces.
Cansada, sin humor llegas a la cama;
tus fuerzas, tus ganas en ella se derraman.

¡No me sientes! ¡No me percibes!
Mis ansias contenidas no recibes.
Quiero beber y alimentarme de ti:
te necesito, mi existencia depende de ti.

Espero que duermas, y algo cohibido,
me acerco a tu cuerpo abatido,
a recorrerlo sin tocarlo, asustado,
en la espera del momento indicado.

Entonces me animo, me poso en ti;
siento tu respiración, tu cuerpo caliente,
cómo fluye tu sangre, tentándome.

A tu lado soy tan pequeñito...
¡¡Despiertas!! ¡¡Me gritas!!
¡¡Muere, maldito mosquito!!
Plaaaasss.