Enrique Fl. Chaidez

Vino eternizado

 
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Tiene un sabor a vino eternizado 
la sangre del Señor en nuestra vida, 
y la vid más preciosa fue su herida 
donde empezó a morir nuestro pecado. 
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Será un día el varón arrebatado, 
marchará sin aviso y despedida 
hacia un aire de nube prometida 
donde verá la faz del Dios amado. 
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Qué hermosura el caballo victorioso 
con piel de sol que monte el Redentor.
Aceptará a su Juez la humanidad.
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¿Quién conoce tal tiempo prodigioso 
cuando en celeste alud revelador 
establezca el Señor su autoridad?