Relámpago bordado a negros trazos
que es músculo al servicio del embate,
o alteza melenuda en la que late
la furia de mortíferos abrazos.
Negándose a estrechar felinos lazos,
estudian la estrategia de un combate
que solo un mar de sangre desempate
tras darse una ensalada de zarpazos.
En esto, un pacifista allí presente,
alzando su retórica, declara
que viene a poner paz en la contienda.
Las fieras muestran ánimo obediente,
y entrambas pactan una tregua para
hacer del pacifista su merienda.