prosainefable

ECOS

Nunca fue tu culpa, pedazo de cielo 

haberme destruido el corazón 

solo por no decirme alguna vez 

un simple y corto “ te quiero ”

Nunca fue tu culpa, corazón,

haberme ilusionado sin apelar a la razón.

No fue tu culpa, nunca supiste

muy bien sobre este grande amor.

 

Aquí, donde habita tu nombre, hay un vacío 

eterno, de un amor que no tuvo un punto de encuentro.

Es el décimo poema que este mes escribo para ti, quizás con la esperanza de que mires hacia a mí. 

 

La realidad es que no te encuentro, 

tú y yo no tenemos los mismos deseos.

Yo solo soy una sombra, 

aquel eco que existe

bajo palabras ocultas de tu idioma.