Tu cuerpo infinito me confunde,
me dejas perplejo, inmóvil...
Sublime se te ve, tal estatua bronceada,
así... como venida del paraíso.
Tus manos generosas, tu mirada transparente
y tus pasos incansables
vienen a colmarte de tantas virtudes.
Admiración y gratitud recibes por ser lo que eres;
tu carisma se hace sentir, lo rebasa todo...
No hace falta paisajes, luna llena
ni coloridos atardeceres...
Tu presencia basta.
Distinguido ser, persona única... se te ve feliz,
sembrando tranquilidad y paz por donde pasas.
Pero es lamentable, te haces acompañar de Kairós,
por lo esquivo de tu tiempo.
Así...
luciendo fuerte
brindas a la vez
esa genuina mística
rica de sabiduría y
tenacidad que
obliga admirarte.