TRAS UN CRIBADO PRECISO
Había que llegar caminando
hasta la plaza céntrica, monumental,
pero, una vez allí, en el interior de este espacio abierto,
resultaban extraños por llamativos
tanto el paso ordinario
de los transeúntes como el también ordinario zumbido
de las aves y de los insectos. Otros ancianos ya ocupaban un sitio
sobre los bancos públicos, de piedra
y parecían hacer nada o casi nada,
pero, para mí, parecía destinada una tarea especial
sobre el piso cubierto de grava y flanqueado
por las dos filas de setos, por los setos que se alzan bajo las alas
de las variopintas mariposas, algunas bastante ambiguas,
imprecisas
sobre todo mientras no se posaban e iban volando.
¿Y qué misión especial me había sido destinada?
Yo creo que estudiar tal vez el efecto del rayo
de sol sobre la senda de las hormigas
o sobre los escarabajos puros, puro arabesco
en el piso de grava,
o sobre el cuello palpitante de palomas
como si me estuviera entrometiendo
en algún misterioso asunto. Casi siempre están
haciendo obras de mejoras en la plaza, reparaciones
y hay que avanzar por los estrechos pasillos
que forman filas de andamios
o cruzar por encima de tablones
con el fin de salvar los hoyos,
pero, aquel día, el entorno parecía inmóvil,
pletórico, desafiantemente consolidado,
incluidos los árboles ornamentales
con su esplendor ya en declive.
Tanto que un análisis minucioso,
un cribado preciso de la realidad cotidiana
y de la monotonía que reinaba en los rincones
conseguía desentumecer mis músculos, aguzar mis sentidos.
Avanzaba aquel día por la calle lateral del parque
como si nada, por pura curiosidad,
y como con variados recursos para combinar
según me dictara la inspiración del momento.
Gaspar Jover Polo