En tu vida fui una pausa,
la invitación a una aventura,
la intención de amar, no de herir,
pero que al final se desangró en el camino
mi corazón bajo el desamparo del cielo.
El destino giró la rueda,
y yo me quedé a la orilla de la nada,
donde el amor desaparece
y las promesas mueren
sin resurrección en el aire.
En ti buscaba refugio,
un lugar donde el alma descansara,
pero el amor —viejo tirano—
disparó sin preguntar
qué sentía mi corazón.
Y allí me quedé,
presenciando el desastre que no provoqué,
pagando el precio de un adiós
que para ti fue justicia,
pero que en mí dejó la marca,
como quien camina sin rumbo
sobre las brasas ardientes
de un pasado sin futuro.
Daño colateral…
eso fui yo,
ese recuerdo que el amor, al nombrar, olvidó;
la prueba de lo inacabado,
de lo que no pudo evitarse
y aún duele en el alma
más que la culpa.