En el vasto universo, un enigma eterno,
¿Dios existe? Pregunta que resuena en el alma,
un eco ancestral en el silencio interno,
un misterio profundo que nos llama.
En la belleza del cosmos, en cada estrella,
en la complejidad de la vida que florece,
se vislumbra una fuerza creadora, bella,
una inteligencia que el universo mece.
Pero también en el dolor y la injusticia,
en la sombra que acecha y desgarra,
surge la duda, la amarga inquisición,
¿dónde está Dios en esta cruel batalla?
Para algunos, la fe es la respuesta,
un refugio seguro en la tempestad,
una certeza que ilumina el camino,
una presencia constante, una verdad.
Para otros, la razón es la guía,
la ciencia, la lógica, la observación,
un universo sin dioses ni destino,
un camino propio, una libre elección.
¿Dios existe? Pregunta sin respuesta,
un debate eterno entre fe y razón,
un misterio que cada uno debe enfrentar,
en la búsqueda constante de su propia verdad.
Al final, quizás la respuesta no importe,
sino el camino recorrido, la búsqueda en sí,
la capacidad de amar, de crear, de soñar,