Cuando me haga con la batuta de mi rumbo y mis asuntos,
cuando tenga el control de dónde piso y cómo siento,
probablemente me detenga y piense un momento:
¿podré ir adelante con la vida, siendo astuto?
La historia no trata de altos cargos ni de política,
menos habla de geografía, ni de un orógrafo que escala un pico alto.
Es antesala de una odisea revolucionaria y hasta artística,
que alzará vuelo entre democracias y agitados ciudadanos.
Si bien en intención no me hallo de dictar al proletariado,
sí pongo de antemano el brillo de una idea que no es utopía:
donde haya un monopolio justo y sano, donde cada quien tenga dentro una mano
sea de amor y saber, hermanos, que dominemos esa filosofía.
Hoy me dispongo a ser colono del saber,
que lo que uno sepa y piense tambien puedan otros tres,
con sabio actuar y verbo preciso,
pues el tiempo no hace empréstitos.
Sea de bien la demografía que estas causas apoye,
aunque la meteorología sea incierta en esta senda imprecisa,
entrego corazón, cuerpo y alma,
para que llegue aquel día noble.