La plenitud de tu belleza,
podría ser la protagonista de una acuarela,
conmigo, en una danza de boda...
Y tu boca maravilla,
concederme la flor divina de tu mantequilla,
que es el motor de la poesía...
Soy tuyo, querida isleña,
al contemplar tu luminoso azul cada mañana,
desde mi alma enamorada...
Y mi pasión es tan intensa,
que por ti triunfaron los planes de mi vida,
desde la primera poesía...