Apurados, mientras se diluía su hosco pasado,
repartieron por partes iguales;
El fulgor de sus inmemorables tardes.
Vagamente dividieron la sombra de sus llantos.
Cortando sus risas con enojo.
Y al fin… firmaron el divorcio.
Justo después de conocerse.
“Puede besar a la Rota”
Nadie codició atrapar…
el dichoso ramo por los aires.