I
¡Ni una más! ¡Replican los gritos!
Tras otra mujer, que por ser mujer,
sufrió su vida y le negaron el ser.
¡Ni una más! ¡Desdicha infinita!
Se escucha el dolor, se siente la pérdida,
dolor padres, dolor hijos, dolor pueblo.
¡Ni una más! ¡Resuenan los gritos!
Con cada línea que anota un nombre,
alargando la lista que se suma al duelo.
¡Ni una más! Renueva el alivio,
de almas sufridas, atormentadas,
por no ser las letras, de: ¡Ni una más!
Más, aquellas que se salvaron
de semejante destino, horrible final,
a los alaridos tormentosos responderán,
con su cuerpo: melancólicas lágrimas
con su mente: ¡gracias Dios mío!
con su voz: ¡Ni una más! ¡Ni una más!
II
Hombres crueles, cobardes, agresivos,
justifican sus impuros actos
con argumentos que nunca bastarán
para justificar, tan siquiera sobre ellas,
la punta del dedo, una voz levantada
una crítica o un maltrato, quizás.
Dolor lloraron, dolor sufrieron,
sufrieron y lloraron maltratos
lloraron y sufrieron aflicciones
Pensaron: ¿Qué hice mal?
Aunque no hay forma correcta
cuando en manos de hombre vil se está.
La Mujer ultrajada, transforma su sentir,
trata de encontrar las razones, mientras..
El amor se hace cenizas, al ritmo
que el hombre se hace maldad,
fuerza, golpes, gritos, armas, se ensañan
con el cuerpo tratando de derribar su alma.
III
Transcurren los horas y se agudiza el acto,
en la repetición a médicos, policías y abogados
los papeles no aciertan los metros de restricción.
cuando no hay paz en casa, ni paz en calle,
tras la figura maligna que ha de seguir,
con toques de timbres o detrás de las sombras.
Certera cárcel busco mi padre,
impotente estuve ante su reaccionar,
entre mil formas de sufridas muertes,
buscando la precisa qué pudiera vengar,
la agonía de la niña de sus ojos dolientes,
que apenas podía, tras los golpes, hallar.
Mi madre sufrida, al verme desvalida,
hallo las fuerzas, donde ya no había,
en plena tormenta, mantuvo por mi la calma,
y en medio del padecimiento enseñanzas me daba:
el cuerpo se recupera, con el tiempo sana,
si la mujer por dentro no es alcanzada.
IV
¡No fui una más! ¡No la que replican los gritos!
Fui una más de otra lista que hoy puedo contar,
una que en su mente, recrea constantemente,
escenas nefastas que no se borrarán.
Una con noches enteras de largos desvelos,
con mucho temor, de qué vuelva a pasar.
¡Fui una más! Una más como tantas
que volvió a luchar, a creer, a confiar,
a luchar con los instintos, para salir al mundo
a confiar cuando otro buen hombre se pudo acercar
a creer que no hay razón en ella, no la hay,
que impida ser amada o volver a amar.
Con el insistir del grito, cada una lo reitera,
que es una más, de otra tacita lista,
que no se grita, ni se cuenta,
lista de mujeres valientes,
que perciben de modo diferente,
y claman más fuerte: ¡Ni una más!
Silvana Ibáñez
Todos los derechos en Paraguay
07/08/2024