Jesús Ángel.

Entre el camaleón, la luciérnaga y la oruga...la brocha del alma.

 

Más allá del deber cotidiano,
del trabajo que devora el tiempo
a cambio de dinero,
del que me he liberado
sin que nada cayera del cielo;

Frente a las cargas no invitadas,
que no nutren,
que desgastan
y perturban la paz,

o ante esa melancolía difusa,
inexplicable,
que a veces visita el alma
como un jarro de agua fría
en un día de invierno,

seré camaleón:
abriré caminos invisibles,
y los pintaré con mis propios colores...

al compás de la luz y la sombra
de cada circunstancia.

Seré serpiente:
mudaré la piel, dejando atrás todo lo que pesa y sobra, y gracias a mi ignorancia, motor de este inconformismo eterno...

seré impulsado al “suma y sigue”, sin parar.

Avanzaré por la senda
que yo mismo he sembrado y cosechado,
como hormiga en busca de azúcar…

¡y a por más!

Como luciérnaga,
encenderé mi luz
tomada del pulso universal,
para alumbrar mi camino, y ayudar en lo que pueda...

a quien lo necesite y lo sienta justo.

Y, día tras día,
avanzaré —solo si soy capaz—,
con paso humilde,
mirada atenta,
sin dejar de intentarlo.

Hasta que, de oruga a mariposa,
vuelva a alzar el vuelo,
sabiendo de antemano
que, por mucho que lo haga,
muy lejos no voy a llegar, pero poco siempre ha sido algo…

¡y ese algo siempre pide más!

Porque solo soy un grano de arena
ante la inmensidad
de este vasto mar,

un cuadro más al óleo
trazando su destino
con la brocha del alma,
donde cada color refleja
lo vivido, lo soltado
y lo aceptado.

Entre la serpiente, el camaleón,
la luciérnaga y la oruga…

Mariposa.
Y vuelta a empezar.
Pero esta vez, más profundo y ligero…

¡por todo lo que queda por alcanzar!