Manuel Valles

Entierro

Va la muchedumbre, de pies enjutos,

rumbo al cementerio a enterrar al hombre.

La esquila toca en la espadaña, triste,

pausado gemido en metal de luto.

 

El pueblo, silencioso, se convierte

en sueño perenne de almas en bulto.

El infortunio apenas arremete

un amargo sino en el sol difunto.

 

Pálido ramo de flores, en brete,

urgan en la incertidumbre, me asombro:

¡cómo es que va empujándonos la muerte

al lúgubre momento del óbito!