En el café de la tarde,
la luz se posa en su piel
canela y miel,
una calma que me atrapa,
un sabor a clavel.
En su mirada,
el mar Caribe que susurra
secretos de la luna,
en sus manos
la historia de un hogar
que es cuna.
Mujer tranquila
de sonrisa que es un refugio,
en cada palabra
un verso que me seduce,
en su silencio
un poema que solo yo entiendo.
Ella es el eco de un bolero,
un ritmo lento,
una cumbia en el alma,
una paz que me fascina,
esa latina, que, en su ser,
es una tierra de jazmín
y de vida.