Hektor Bressot

de regreso a nuestro cielo.

 

 

En tus discontinuas olas,

de ritmos y fuerza distintas,

encontré rutas 

mientras me escondía de la tormenta.

 

¿Pero quién dijo

que mi destino es navegar sobre el mar?

Si es el aire el que empujo mis velas

hasta posar sobre un norte atemporal.

 

Siempre fuiste esa estrella

cercana a mis labios,

la que siempre indicó a dónde debía ir.

 

Entonces… ¿debería seguir aquí en las aguas?

 

Es extraño. 

Miro hacia arriba,

y de tu piel surgen caminos

que un navío no puede recorrer.

 

El poniente nos desea;

el vuelo me espera.

 

Si ese “hogar” existe 

espero alcanzarlo

en las caricias de tu sol.

 

Y cuando la efímera me alcance,

del mismo polvo, nacerán nuevas estrellas

para que me guíen —en afán—

a tu mundo de nuevo nombre.