Tú, que ardes como ardiente fuego,
destructor y dios de todo lo caótico.
Tú eres fría y quemas lo que tocas,
especialmente eres veneno de mentiras.
Tú, gran ira, sanadora de tormentos
de almas con llantos y desesperos.
Brillas con voluntad, eres incesante;
solo hay que aprender a controlarte.
Siempre dañas más de lo debido;
eres el tacto del cielo tan frío.
Eres la justicia en sentimiento,
tu belleza es entendimiento.
Rompes falsas amistades e hipocresías;
aprender a escucharte, sabia consejera.
Tus consejos crean lenguas encendidas;
eres el aroma de verdades grandiosas.
Aunque no comprenda tu belleza,
porque eres mucho más que condesa;
eres inteligente, hermosa y honesta,
mantienes a las almas contentas.
Después de tormento, tú liberas:
¿acaso esa es tu mayor fortaleza?
Eres princesa de la cruel verdad
y, por sí misma, guía de la bondad.
Autor: Samuel Fuentes