Uno se acostumbra
al mal camino,
a los baches
y a los topes
uno se vuelve experto
en el andar errático
casi convencido
de que es la mejor manera
de esquivar los defectos
del camino
después
uno se mira las manos
y descubre la piedra
la corteza
el callo de la excusa
acumulada
y uno comprende
que estas manos ásperas
no son el nido tibio
que merecen las tuyas.
Vos en cambio
conservás ese filo en la mirada
esa ternura limpia
ese colmillo que aún desgarra
la duda
y es justo
claro que es justo.
Esto no es un reproche
es apenas una melancolía
que se confiesa
o para ser honesto
una bronca infantil que no madura
un capricho tardío
de un hombre
que ya no tiene edad
para caprichos
pero el corazón al final
es un niño inquieto
que corre
intentando elevar
contra todo pronóstico
una cometa.
Y yo
qué más puedo decirte
con estos pasos torpes
con estas manos duras
y con este niño a cargo
yo también
aunque el cielo oscurezca
un día más
francamente
te espero