Él la vio entre libros, en su voz un eco,
su forma de hablar, tan suave, tan en secreto,
ella enseñaba con dulzura y pasión,
y él la miraba, sintiendo una extraña atracción.
Ella, en su mirada, un brillo casi tímido,
con palabras suaves, lo cautivaba en susurrido,
le hablaba de versos, de mundos distantes,
y él la escuchaba, perdiéndose entre sus instantes.
Descubrieron que pensaban igual,
que el uno al otro leía el alma, sin mal,
en sus risas había algo que los unía,
un lenguaje oculto, una química compartida.
Un día, a solas, en un rincón olvidado,
sus labios se cruzaron, un beso robado,
el tiempo se detuvo, y la clase quedó atrás,
el amor, por fin, dio su primer paso audaz.
Ella escribía versos, con su pluma fiel,
le dejaba palabras, que hablaban de él,
él le respondía con sus propios sentimientos,
creando juntos sus propios cimientos.
Pero llegó el día de la verdad,
¿Ocultarlo o vivirlo con libertad?
\"¿Lo decimos?\", preguntó con ansiedad,
\"¿O lo guardamos en silencio, sin decir nada ya?
Y yo, atrapado entre el amor y el temor,
vi cómo nacía en nosotros este ardor,
sin saber si era un sueño o realidad,
pero su historia se hizo mía, en toda su intensidad.
Al final, fue mi pluma quien lo dijo todo,
la pasión que escondimos en un rincón mudo,
y así, con versos, dejé nuestro amor declarado,
un amor en silencio, pero eterno, compartido y plasmado.