Yo sé,
que he dejado huellas
en tu piel de nácar.
Me esperarás sabiendo
que soy un alma buena
y que el olor a olvido no
crecerá en tu patio.
Juntos,
le cumpliremos la cita
a los jardines, dejando a un lado
esta pena que no sabe
en dónde
duele.
L.G.