Todo nace, todo se consume,
mas mi amor por ti permanece,
como ascuas que queman.
Alzo mi escudo contra las
calamidades que nos rondan;
tu amor, la espada que las condena.
Pétreos tus cimientos, que
aluden a la verdad y al amor
incondicional.
Siempre fortaleza de mi persona,
eres alguien quien nunca abandona;
me diste la vida,
y un mundo de sabiduría.
Gracias por el más preciado de los
regalos: ser un ángel encarnado
en madre.
Puede que parezca más apagado,
frío como la lluvia, distante;
pues solo estás viendo la fachada.
Por dentro bullo de tranquilidad,
alegría y esperanza.
Es difícil dejar entrar
a la antesala.
Rubén Romero Toledo © 2025 todos los derechos reservados