Pusimos palabras de distancia,
idiomas, casas, montañas,
lluvias, penas.
Pusimos una vida por delante,
dos,
tres,
o hasta el silencio.
Pusimos malentendidos,
retruécanos y odios.
Pero voy montado a Platero,
los dos, ciegos y sordos,
y me lleva ante tu morada,
sin quejido ni protesta.
Me lleva hasta tu ser
desde un pasado, algún presente
y un único futuro,
con la intuición celeste
que le preside.
Me lleva hasta tu puerta
como carta ante tus ojos,
como mensaje nuevo
que nace en tu suspiro.