En las ramas de aquel cedro
un gorrión cantaba triste
y en el canto murmuraba:
dulce amor… ¡por qué te fuiste!
Y se oía por el bosque,
y se oía en la montaña
al gorrión con su lamento
desgarrado de su entraña.
Fue mermando poco a poco
el entristecido canto
al perder las esperanzas
de aplacar pronto su llanto.
Y se vino la tormenta
salpicando aquella flor
y entre truenos y destellos
el gorrión murió de amor.
Hoy el bosque ya no escucha
el canto de aquel gorrión
que murió tan solo y triste
con luto en su corazón.