Nkonek Almanorri

EXISTENCIA.

 

Allí donde se queman los libros

se acaba quemando a las

ideas y luego

más tarde

a los hombres.

 

 

El escritor sólo es responsable ante su obra. Si es bueno, será completamente despiadado. Tiene un sueño, y ese sueño lo angustia tanto que debe liberarse de él, arroja todo por la borda: el honor, el orgullo, la decencia, la seguridad, la felicidad...todo con tal de escribir”.

Decía William Faulkner:

 

Esta cita la había leído hace años, muchos, y ansiaba encontrarla de nuevo puesto que incluso había olvidado de quién era y donde la tenía anotada. Fueron estas palabras, y otras cosas aprendidas del tiempo, lo que siempre me ha hecho ser consciente de qué significa exacta y exclusivamente escribir y sobre todo para qué.

 

Este hecho me ha enseñado también, o me lo ha permitido ver, que a veces el escritor no corresponde a la persona que se siente ser, y al contrario: la persona siente que no es tal cuando se pone delante de su mesa de escribir. La diferencia está en saber qué persona y qué escritor se es en todo momento.

 

Creo más en el escritor-hombre que en el hombre-escritor puesto que el primero es ese ser humano que descarga de sí mismo todo lo que siente que le sobra, e incluso odia, de sí mismo y de adentro como pertenencia a esta sociedad de la que es parte y maldice.

 

Por esta razón, creo, se da el caso de grandes escritores e intelectuales que como tal y a la hora de escribir se transforman y son capaces de padecer un “trance” desde el cual dejan aflorar lo mejor de su interior y su conciencia pero que al volver a la “vida” común son personas tenidas por detestables por sus escritos. Los primeros son personas de compromiso íntegros, los otros una circunstancia de sus propias vidas.

 

Toda existencia es maldito sufrimiento”

De Franz Marc.