gaspar jover polo

¡QUÉ BIEN!

¡QUÉ BIEN!

 

¡Qué bien! En casa no me dejaban hacer,
hacer absolutamente nada,
yo solo tenía la obligación de obedecer,
de estar atenta al conjunto de las indicaciones,
mayores y menores,
por parte de mis mayores, y, claro,
me rebelé, me convertí en una cualquiera ingrata,
en una tonta y una confusa perdida,
me convertí en poetisa
pues ya no podían manipularme.
Pero este esfuerzo me dejó agotada,
y yo parecía fuerte por fuera
pero aun así, dormía apenas, poco
y, claro, sin dormir, sin amar,
no duras mucho cuerda.

 

Gaspar Jover Polo