Se enamoró mi corazón de tus caricias.
Viven en mi alma tu verbo y tu fantasía.
Hoy, ya creo poder huir de esas delicias.
Mi corazón sabe que no es, mera cortesía.
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Este pobre corazón, hoy ha despertado.
Dice con férvidos pulsos aún, estoy viva.
Cobra su precio vital, el vivir angustiada.
Hoy suspiro y río, ya no eres, el gran motivo.
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Ante el amor, no se puede fingir desgano.
Enamorarse, ciertamente, exige valentía.
El real amor, no juega con: pierdo o gano.
Muy al contrario, se adorna de galantería.
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¡El amar y el amarse, se practica en el hogar.
Allí se aprende qué, por amor, no debes rogar!