No me pidan metáforas,
tampoco musicalidad;
no me pidan frases justas,
porque la belleza no está en la justicia.
Aquí hay un poema feo,
que, desgraciado,
transcurre por mi voz
y corre a materializarse
en la hoja en blanco
para decir:
“existo”.
Es un poema feo.
Quizás hace cuánto tiempo
recorría mis rincones emocionales
y picaneaba mi cerebro con su fealdad…
Es un poema feo,
que está ahora mismo gritando,
porque, además de ser feo,
es inquieto
y no tiene los modales de lo bello.
Debe ser porque está siempre solo,
esquivando las miradas,
sin ya mirarse al espejo.
Soltó su forma oblicua
de ser feo,
feo,
feo…