Creí que eras mi norte
y que la vida daba vueltas
en torno de tu nombre.
En aquellos domingos
y a la orilla del río,
me vestía de talento
y con pura fantasía,
te pintaba paisajes
bajo el trinar del viento.
Creí que me querías.
Y todos los días,
desmontaba el sol
para ponerlo en tu camisa.
En las noches
me sobraban estrellas
y detenía los relojes,
para que las horas
dieran vueltas
con nuevas fantasías,
en torno de tu nombre.
L.G.