Hektor Bressot

dónde la bulla retira su ruido.

 

 

Suave…

me sostiene.

La calidez de un susurro

hace que despierte.

 

¿Eres tú la que llama

detrás del ruido del agua?

 

Tu voz, tan leve…

no exige, ni hiere.

 

Vengo del frío,

del que se pudre al tocarme.

Y tú, mansa, me acoges

sabiendo que para entrar en tu calor,

debo herirte.

 

Respiras sobre mí,

y más que aire, calma flota aquí.

 

Finas arenas cubiertas de silencio,

hilvanan esta orilla que ofreces para mi reposo.

 

Más allá de ellas,

la mar se hace en tu pecho;

callan el dolor de iris rojos,

donde fue la cuna de mi naufragio.

 

No consigo aún

entender el suelo en el que me recuesto.

Así continúo mi descanso:

Sin el temor de antes,

pues eres tú, quien vela por mí.