Leonor Lallanilla Linares

Mi duende

Mi duende
Ne cede malis
Romanos 12, 21
 
Un dolor escondo, terco,
que hace tiempo yo adquirí,
cuando, cansada, lo ignoro,
me vigila, tiende un cerco,
y ¡zás!, hace presa en mí.
Siempre velando al acecho,
late junto a mi latir,
y cuando menos lo espero,
lo descubro, ya en mi lecho,
ya en mi papel de escribir.
Si no lo siento, me extraño
de mi nueva libertad,
alzo las alas, cantando,
como no hacía hace años,
¡y en el aire el pillo está!
Caigo a tierra desplomada,
lo maldigo a él y a mí,
y el duende se va silbando...
Mas, la Esperanza, mi Hada,
hace mis alas batir...