Estoy feliz viendo caer la tarde
y ese color rojizo del sol sobre
la montaña, el humo que sale
desde la casucha donde estoy
alojado esperando esa merienda
con gallina guisada, arroz y plátano
asado y un té de alguna hiervita
que tienen sembrado.
Y esperar la noche para un diálogo con
ellos y si hay una copita bienvenido sea,
lo bonito es que estoy relajado y con el
canto del gallo me levanté inspirado a
escribir unos versitos de amor apasionado.