Detrás de los barrotes me encontraba
cautivo de mis vicios y pecados.
El orgullo era el vigia de la celda
y se burlaba viéndome encerrado.
Ahogaba mi llanto y mi quejido
reprimiendo el llamado a ser salvo.
Fue entonces, que una luz resplandeció
y abrió la puerta, con poder de lo alto.
¿ Dónde orgullo, quedó tu dominio?
¿ Y dónde está soberbia,tu reinado?
Vivo a los pies de quien me libertó
y señaló el camino con su mano.
Tu testimonio corre por mis venas
y todo en mí proclama tu bondad.
Mis mentiras rendí ante la verdad
que rompió cada una de mis cadenas.
W.M®