Ven conmigo, amor imaginado,
enciérrate en el espejo de mis sueños,
disfruta del sol y de la lluvia
que a veces se presentan
enarbolando sus potencias
tras el cristal que me protege
de la realidad asoladora.
Procúrame, amor imaginado,
el delicioso saber de tu presencia
y el deleitoso placer de tu sonrisa.
Pasearemos las plazas alfombradas
escuchando el rumor de la violetas
y el cantarín silbido de la fuente,
al brotar el agua de las jarras
que sostiene un huraño dios de piedra.
JOSE ANTONIO GARCIA CALVO