A TAPAR LAS CALLES
En primera instancia había que llegar
hasta un borde no demasiado lejano
y luego seguir todavía un poco más allá,
con las extremidades doloridas, nerviosas,
que sufrían felices los avatares del trayecto
a través de un entorno tibio y claro y soleado
que animaba el desplazamiento. Un humor
liviano como una capa de nieve
se había instalado en el grupo con el contacto
que se notaba próximo con las buenas noticias
y animaba los miembros y bañaba la idea general
y hacía impermeable el pensamiento,
que no advertía dificultades
o, si acaso, solo serían veniales
al momento siguiente de desentrañarlas.
Y este progreso alegre, confiado
se producía en formación de escuadra,
tapando toda la acera, la calle,
el parque, la avenida,
hacia un triunfo no demasiado concreto.
Gaspar Jover Polo