Jesús Ángel.

Eco del alma.

 

Desde que comprendió por qué había venido aquí, algo en él cambió.  

 Entendió que al dar se recibe más: que es tiempo ganado, energía que regresa, luz que se multiplica por el simple hecho de dar sin esperar.  

Pero, como nunca basta, siempre le pide más…  

 Frente a la falta de empatía, el egoísmo, la indiferencia, la duda y la vulnerabilidad.  

Frente al “sálvese quien pueda” y la pérdida de humanidad; frente al “yo primero y después los demás”.  

Frente a la falta de claridad, tras el paso de la niebla que permite ver el mar, esa que ilumina la mente y enciende el espíritu en su caminar.  

Como la luz que anuncia el día, el despertar del dormido, el abrir de los ojos del alma.  

¡No al “sálvese quien pueda”!  
 ¡No al “yo primero y después los demás”!  

   Sí al “¿Y si fuera yo?”.  

Sí al apoyo.  
Sí a tender la mano.  
Sí a encender la luz donde no hay fuego ni esperanza.  
Sí al eco del alma.  
Sí a pasar a la acción.  


¡Sí a la humanidad!  

Y que cada cual, según su entender y lugar en este mundo, saque su propia conclusión.