Tengo sueño, pero temo dormirme,
la noche pesa más que mis desvelos;
cierro los ojos, y al querer rendirme,
me asaltan sombras, ecos y destellos.
Antes dormía y te veía en calma,
cruzabas leve los umbrales fríos;
ahora el silencio se me clava en el alma,
y el sueño duele, roto en sus navíos.
Mi brazo arde, el cuerpo se somete,
el tiempo gira y nada se acomoda;
mi mente lucha, el pulso se repite,
mi paz se esconde en una duda muda.
No puedo más. El sueño me amenaza,
la noche entera pesa sobre el pecho;
cierro los ojos, pero nada pasa:
solo el vacío ocupa tu recuerdo.