Del libro LOS CAMINOS. Secretaría de Cultura. Pasto. Colombia. 2024.
CON DECIR “CUERPO”
Equilibrista.
A las tres de la mañana,
al levantarte necesitas abrir los brazos para no caer.
Fabricante de tus propios bombillos.
Panadero de tu propio pan.
Locutor de tu propia emisora.
Domador de tus propias fieras.
Hipnotizador de ti mismo.
Letrista que forcejea con las palabras
y al final del día, el encuentro con la almohada,
el acomodarse del cuerpo bajo las cobijas,
aplaca las palabras,
las deja de lado, las deshace,
las conjura, las amansa, las calma,
se declara inocente,
vuelve a la naturaleza,
se perdona hasta donde se puede perdonar,
busca posición fetal
o se extiende de cara al cielo o de costado,
deja el cuerpo a recaudo de la noche,
bajo su cuidado,
recuerda noche mía
que eres todo lo que tengo,
sin ti no podría,
tú me salvas, noche,
salvación de todos,
duerme cuerpo,
sánate,
vuelve a la niñez,
pasa de largo,
llega hasta Spinoza,
pasa por Averroes,
pasa por Pitágoras, Leucipo,
por edades de hierro, de bronce, de cobre,
llega al paleolítico;
del Ficciolítico, al Paleolítico
…y sigue de largo,
hacia las eras geológicas…
El universo lo llama.
Y ese llamado no se puede eludir.
Diás – to – le… Sís – to – le,
seis cifras, seis llamados,
seis tonos, seis señales,
seis notas en el concierto universal,
y ese cielo boreal,
ese cielo austral cubrirán su cuerpo.
No es necesario decir “alma” o “espíritu”.
Con decir “cuerpo” está todo dicho.
Y la noche lo sabe.