Cuando tus ojos me buscan,
el aire se espesa como si supiera lo que callamos.
Hay un temblor que se enciende sin permiso,
una corriente que me arrastra a tus orillas,
donde la razón se deshace y solo queda el pulso.
Tu mirada es una puerta abierta al incendio,
y al cruzarla, mis pensamientos se vuelven piel,
mi piel se vuelve deseo,
y el deseo… hambre de ti.
Entre tus silencios crecen las mareas,
la humedad del mundo despierta,
y cada respiración se vuelve promesa
de un roce que aún no ocurre,
pero que ya quema.
Tu cuerpo es un mapa que mi mente recorre a ciegas,
buscando la fuente secreta donde todo nace,
ese manantial que desborda el sentido
cuando la noche cae sobre nuestros nombres.
Allí, donde la luna se esconde del pudor,
mi deseo se hace plegaria,
mi voz se rinde en tu sombra,
y el fuego
\"ese que no se apaga\"
nos devora lentamente,
hasta que solo queda el rastro
de lo que fuimos:
dos llamas que se encontraron
para consumirse sin miedo.
JFAS 20-10-2025