Sobre la dimensión alelada del crepúsculo
la brisa sin temor revela sus orfandades
montañas transmutando de verde a marfil
olas que se agitan por la oscuridad que las abraza
delfines que naufragan bajo el deceso del sol
viejos espíritus que se erigen ante el asomo de la soledad
Veredas que se quedan sin voz en el desvelo de la noche
Vida que se ahoga entre nieblas a la espera del renacimiento
Aire que expira atormentado ante la quietud del murmullo
Párpados que se obturan inútiles en la demora de un beso
Piel que se desnuda en el pecho con el polen de la nostalgia
Tarde que muere en silencio empapada de mansedumbre