Con la pureza en sus ojos, y el alma en flor,
se enamoró creyendo en un eterno amor.
Pero la traición, como un puñal certero,
la hundió en la noche, de un destino severo.
Engañada y rota, su mundo se quebró,
y en la prostitución, su vida se perdió.
Buscando venganza, con saña y rencor,
tratando de dañar, sin mostrar pudor.
En cada encuentro, dejaba su alma,
vaciando su ser, sin encontrar la calma.
El odio la consumía, sin cesar,
y en la oscuridad, su vida iba a parar.
Sin esperanza, ni un rayo de luz,
se hundió en el abismo, con su cruz.
Su corazón, ya no podía amar,
solo rencor sentía sin cesar.
Y así, su vida llegó a su final,
en un mundo cruel, sin igual.
Víctima de la traición y el desamor,
su alma se perdió, sin ningún valor.