El pasado sabe a risas,
huele a juego de la infancia
sabe a pájaro que canta
bellos cantos a las ninfas.
El pasado sabe a liras
que atesora siempre el alma
dulces, simples, quizá amargas,
mas por eso no se olvidan.
Uno busca el porvenir
y en su búsqueda se aleja
de las flores del jardín
que admiró siempre en la escuela
al final del mes de abril
con olor a primavera.