La infancia, es esa puesta de sol
que no se olvida.
La infancia no se va,
solo se esconde en los rincones.
Vive en el sabor de una fruta
que se muerde a escondidas
y en la risa que se escapa
corriendo tras una mariposa.
La infancia se mide en asombros,
en rodillas raspadas, en miradas
buenas sin malicia.
Es correr sin razón, dormir sin miedo,
creer sin tener pruebas.
Cuando somos adultos volvemos
por un instante, a ser niños.
Seres infinitamente posibles.
L.G.