Sobre la mesa fragmentos
Rotos, heridos, maltrechos del cristo de tus momentos
Su rostro intacto de afrentas se encontró con mi mirada dolorida como testigo ausente de su trágica caída. Y lo confiaste a mis manos con tu mirada triste y perdida como confiando en mí el secreto de tu vida.
Y me entregue a lo humano intentando regresarle vida a aquella imagen sagrada que parecía perdida. Y poco a poco y a pedazos como quien reconstruye sus días ante el tiempo y a la espera que se anhela sin medida.
Al terminar la tarea encontré que aquella imagen crucificada y dolorida en su rostro delicado dibujaba una sonrisa que me permitió entender su regreso a la vida.
Hoy los ojos de mi hermana iluminan nuestros días y han vuelto a renacer como a su imagen divina.
Al restaurar nuevamente la cruz rota de su guía
La imagen del crucifijo nuevamente cobro vida y con sus brazos abiertos siempre da la bienvenida a quien sabe que por siempre le encomendara sus días
----------
Rafael Blanco López