Elí, Elí, ¿lama sabactani?
Jesus, El Cristo
Bienaventurados aquellos que no
se han sentido abandonado ni por el cielo
ni por la tierra.
que no han vivido ese momento donde la
oscuridad se comprime en pecho como una
estrella enana.
que han ansiado con ansia, con sed, con
desesperación el abrazo de la madre ya ida
o la presencia del padre que partió.
Bienaventurados aquellos que su vida esta plena
en las cosas sencillas del andar
y no sienten ese vacío visceral
donde el poema se hace maldito
y la canción dolorosa.
Bienaventurados aquellos, que lloran y ríen
y comparten su tiempo con amigos en una vida
normal, sin preocuparse por cielo o la tierra
y no sienten en su alma, los clavos en la cruz
ni transitan por las noches oscuras del alma
donde solo se oye un silencio ensordecedor.
Bienaventurados aquellos que pasan por la
existencia como pasan las estaciones o una flor
y no son infectados por ese virus de la búsqueda
del alma, del porqué de la existencia, de la razón
del vivir
una hondura intransitable, una agonía existencial.
Bienaventurados aquellos que nacen, crecen, se
reproducen y mueren, sin cuestionar como Job,
sin atrapar las nubes de Salomón o la soledad
de Elías o ese abandono que solo el suicida puede
sentir en la más hondo de su alma.
Bienaventurados aquellos que cantan a la alegría
a la naturaleza, a la amistad y a la vida.
En verdad les admiro
Ay¡ De aquellos cuya alma, transita siempre
en una oscuridad, siempre en un porqué
en una soledad, en una angustia, en un abandono
de sí mismo.
Como dice Job, es mejor que no hubiese nacido.